Desde la clínica Cap i Cua, en Aldaia, hoy os vamos a hablar de uno de los problemas de comportamiento más frecuente en los gatos: «la agresividad en el juego».
El primer punto que debemos aclarar es que la caza y el juego de estos animales comparten numerosas secuencias de movimiento, por lo que podemos confundir la intención de nuestra mascota.
Cuando el gatito es joven puede resultar divertido estimularlo con nuestras manos y/o pies viendo como acecha e intenta «cazarnos». Sin embargo, cuando esta acción se produce en momentos no deseados o cuando nuestro amigo se hace mayor, ganado peso y fuerza, puede llegar a ser molesto.
Debemos ser conscientes que lo que le enseñemos de pequeño, será lo que hará de adulto.
Los dos factores desencadenantes suelen ser:
– Un manejo inadecuado del juego.
– Falta de estimulación de nuestro compañero.
¿Cómo podemos prevenirlo?
Desde edades muy tempranas se recomienda jugar utilizando accesorios que impliquen la interacción del propietario con su mascota. Es decir, cañas con plumas, cintas, ratones eléctricos…
Debemos tratar de evitar juguetes sin movimiento propio: pelotas, ratones… ya que puede aburrirse enseguida y parar la actividad; o un juguete que nunca puede alcanzar, como puede ser un láser, ya que puede llegar a frustrar a nuestro felino, dando lugar a otros problemas.
Es importante, también, destinar un tiempo al día para esta interacción. Si el gato no «gasta» sus ganas de jugar, se irán acumulando y es posible que en el momento menos oportuno, como puede ser en mitad de la noche, nos reclame atención y actividad.
Ante todo, nunca debemos reñir a nuestra mascota con un castigo físico. Un mal manejo de estas situaciones puede desencadenar en otras patologías como la agresividad por miedo o, incluso, agresividad redirigida.
Si tienes o sospechas que puedas tener un problema similar, no dudes en contactarnos y te ayudaremos a resolverlo.